martes, 9 de abril de 2013

El alma de Jaén


Las calles que conducen hacia los barrios de la Merced, San Juan o La Magdalena esconden los secretos mejor guardados de Jaén. Por ellas se alzan los campanarios de las iglesias del mismo nombre y monumentos que hasta hace pocas décadas dormían el sueño de la historia como los Baños Árabes, los mejor conservados de España, que abren en los bajos del palacio de Villardompardo, hoy museo de artes y costumbres populares. Frente a la iglesia de la Magdalena, frente a la coqueta y soportalada plaza situada al lado de la portada gótica y del viejo patio de abluciones se halla el Raudal, cuyos sótanos oscuros parecen reverberar los ecos de una de las leyendas más famosas que se cuentan desde el Medievo en Andalucía.
Cuentan que un enorme lagarto vivía en las profundidades húmedas de aquel viejo manantial y que sembraba el pánico entre la población hasta que un joven preso convenció al alcalde de que podría darle muerte a cambio de su libertad. El joven destripó dos ovejas y llenó sus vientres de pólvora que hizo estallar en el momento en que el lagarto las engulló. Hoy el lagarto es el símbolo de la ciudad y su recuerdo está presente en forma de piedra en un monumento muy próximo a La Magdalena.


La ciudad contemporánea y moderna se extiende hacia el norte, con solo bajar el animado y burgués paseo de la Estación. El Museo de Jaén, próximo al monumento de las Batallas que rememora las contiendas de Navas de Tolosa de 1212 y de Bailén de 1808, acoge la mayor colección de arte íbero de España. Desde aquí y desde buena parte de los paseos, avenidas y calles de la ciudad es visible a lo lejos el cerro de SantaCatalina y el castillo del mismo nombre.

Allí guarda Jaén su encanto, en un marco que más se asemeja a un atrezzo teatral por esa suerte de sierras pétreas y desdentadas que siluetean la torre del Homenaje y el resto de atalayas de la vieja alcazaba, situada a un lado del Parador de Turismo. Catedral y castillo, iglesias medievales y leyendas de otros tiempos, calles altas como las montañas y baños que evocan la cultura de otros tiempos... No es extraño que el visitante quede conmovido por el alma, los secretos y los encantos de una ciudad a la que siempre quiere volver.

Viajamos juntos?

No hay comentarios:

Publicar un comentario